Cuando un sentimiento o un pensamiento surge, tu intención no debería ser perseguirlo, odiarlo, preocuparte o asustarte. ¿Qué deberías hacer entonces con ellos? Simplemente reconocer su presencia.
Por ejemplo, cuando nace un sentimiento de tristeza, inmediatamente reconócelo: “Un sentimiento de tristeza ha ocurrido en mi”. Si el sentimiento continúa, entonces sigue reconociéndolo: “Un sentimiento de tristeza sigue ocurriendo en mi”. Si te surge un pensamiento como: “Es tarde y los vecinos
están haciendo mucho ruido”. Reconoce el pensamiento en cuanto surge. Si el pensamiento continua ahí, sigue reconociéndolo. Si surgen otros pensamientos o sientes otras emociones, actúa de la misma manera.
Lo principal es no dejar que ningún pensamiento o sentimiento ocurra dentro de ti sin que tú te des cuenta. Eres como el guardián del palacio que conoce perfectamente cuáles son los movimientos en el área que vigila. Si no hay pensamientos ni sentimientos presentes, entonces reconócelo así. El practicar
de esta manera te vuelve consciente de tus pensamientos y sentimientos para intentar tomar el control de tu mente.
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