Creo que empecé demasiado pronto a reflexionar sobre la vida en vez de vivirla, y comencé demasiado tarde a tener plena conciencia de que la vida en sí misma es una acción, por lo tanto no había más que reflexionar…...

El año del conejo

9 de marzo de 2011

vida saludable


Disfrutar de una vida saludable no significa, alimentarse de acelgas, eliminar grasas, o bebe Light. Tampoco tiene que ver con levantarse de madrugada hacer gimnasia hasta agotarse y privarse de todo lo que nos gusta. Eso no es sano, y ni siquiera es vida.

Tenemos tantos conceptos equivocados. que hasta confundimos la salud con el auto-castigo . Desperdiciamos nuestra salud siguiendo corrientes estereotipadas en auge, cuando en realidad la deberíamos considerar como un bien preciado y disfrutar de ella cubriendo sus necesidades.

No mata el tabaco, ni el trabajo, ni las bebidas, ni el cansancio, ni el sexo, ni siquiera matan las pastillas. Esos son solo “componentes perjudiciales”.
Lo que mata son esas emociones contenidas, ahogadas, disfrazadas con mascaras de relumbrante purpurina, que se pudren en nuestro interior llenándonos de toxinas. Mata la rabia la ira, la tristeza, el sufrimiento y el desamor. La muerte esta en el cuerpo, siempre lo hemos sabido, pero la salud es patrimonio del alma, y eso lo hemos olvidado..

Una vida saludable implica una relación amorosa entre lo que soy en mi interior y lo que deseo ser en el exterior, o lo que es igual, entre mi esencia inmortal y mis deseos personales. Cuando no hay sincronicidad entre ellos, aparece el conflicto, enfermamos y finalmente morimos.
Esto suena excesivamente simple, pero la realidad es que es así como funciona el ser humano en sus relaciones personales. Cuando hay un acuerdo de objetivos entre la pareja, las cosas funcionan correctamente y todo resulta fácil, pero si la ambición de poder impone sus deseos por encima del objetivo de ambos, comienza la crisis matrimonial que desencadena en el fracaso.
Pues bien, cuando abandonamos el respeto a nosotros mismos y a nuestros proyectos, cuando nos martirizamos culpabilizandonos innecesariamente, o cuando la envidia y el deseo del bien ajeno, altera nuestra conciencia, se produce un desajuste de armonía entre el cuerpo y el alma causando una bajada de vibración y dejando una secuela que, en el caso de mantenerla sin intención de cambio, origina la enfermedad como respuesta.
La enfermedad es el resultad del divorcio entre el cuerpo y el alma.
No hay mayor salud que saber reconocer las sombras de uno mismo sin asustarse o negarse, sabiendo que están ahí, cn el fin de evitar que la soberbia nos devore con sus aanxiosas fauces, y así, podamos marcar el sano objetivo de reducirla, avanzando cada día un poco más hacia la luz.
El camino para lograrlo implica saber cuando nos estamos engañando y cuando estamos siendo honestos con nuestras prioridades, cuando actuamos desde nuestro ser y cuando lo hacemos por requerimientos del “teatro social” en el que nos desenvolvemos. En la medida que vamos aclarando estos aspectos y asumiendo nuestra propia realidad las circunstancias se vuelven más fáciles y empezamos a vivir de forma sana.

La vida saludable significa paz.

Paz con mi interior y con mi exterior, con mi vecino, con mi familia con mi trabajo y sobre todo paz con mi cuerpo. Paz con mi vida...Eso es lo que quita las arrugas, mejora el brillo de los ojos, ilumina la sonrisa, libera de kilos superfluos, y baja el colesterol y aleja las infecciones. Y así mismo es lo que nos da el éxito en el trabajo, la popularidad, el amor y la abundancia.

Cuando alcanzamos ese punto tenemos una vida saludable y todo fluirá en armonia.

La medicina pone los parches clínicos, y hasta mejora situaciones. Es el resultado de la alta tecnología, y en muchos casos curan el mal fisico, mientras que en otros palian las secuelas con medicación.

A las terapias complementarias llegamos cansados y llenos de desconfianza, cuando todo se ha derrumbado en la medicina convencional, y sin embargo, estas humildes hijas del saber tradicional, abren cicatrices y las limpian, ponen ungüentos mágicos, calman nuestro espíritu, equilibra la energía, nos muestran el camino idóneo hacia la sanación, y nos enseñan a reconocernos, y aceptarnos por eso en muchos casos curamos el mal, pero depende solo de nosotros y nuestra decisión de superar escollos, de salvarnos del naufragio universal, y alcanzar la luz, que nos abrirá las puertas a una vida saludable.
Amelia Lamaigniere

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