LOS AÑOS Y SUS ALEDAÑOS (Poesía poética)

vino berberana cosecha de 1952 con D.O rioja, gran reserva 8000€ negociables


Hace unos años o más bien unas décadas
estábamos tomando unas copichuelas en el Barrio
y fumando unos petardos,
que más tarde supimos que adulteraban
con mierda de burro marroquí,
y un compañero del colegio de los locos, Santa Faz,
me preguntó el motivo del jolgorio.
Qué estábamos celebrando.
No me acuerdo de su nombre,
solo sé de él que montó una óptica
en el pueblo del Perezoso
y que era además de maestro,
vendedor de antiparras aunque era muy corto de vista
por lo que te cuento, que viene muy a cuento
del motivo de esta poesía.
Al decirle yo ufano que estaba pasando
el ecuador cumpliendo medio siglo él
ni corto ni Perezoso empezó a reír como un cuerdo
a dos Carrillos. ¡¡¡Ja!!! ¡¡¡Ja!!! Aaaaaaaaaaaaaaa!
¡Cincuenta años! ¡Hostia, tio!, ¡Qué putada!.
Yo lo observaba sin dar crédito a lo que veía y escuchaba.
-¿Qué es lo que te produce tanta risa?
-Joder, cincuenta tacos y ¿aún me lo preguntas?.
Yo no sabía que eras tan viejo.
Total le llevaba menos de veinte años
y “veinte años no es nada”
si no que se lo pregunten a Carlos Gardel.
Yo me enfado pocas veces
pero cuando lo hago puedo ser peligroso.
Ahora no, porque hago Zen pero a la sazón
me podía dar un ataque y a partir de ahí cualquier
desgracia podía pasar pero no llegó la sangre al río,
lo miré fijo a los ojos imitando a Clark Gable
en “Lo que el Viento se Llevó” y le dije fingiendo estar tranquilo:
-“Me gustaría verte y no lo dudes
te veré en algún lugar y te recodaré este encuentro.
Probablemente habrás engordado,
saldrás de casa solo para pasear al perro
y muy posiblemente estarás desilusionado,
cansado de ser maestro, aburrido y deseando jubilarte
para ya nunca más hacer nada si es que
ahora estás haciendo algo.
No es una sentencia lo que te digo
ni un deseo es solo una observación.
Tú a los treinta años ya estás viejo…
Cuando nos encontremos de nuevo
yo continuaré riéndome, teniendo ilusiones
e ilusionándome cada día con la vida.
Teniendo actividades y saliendo a la calle
con la frente alta llena de arrugas”.
-No te pongas así hombre, ¿Te ha sabido mal que te dijera viejo?.
-Ni bien ni mal, no quiero seguir esta conversación estúpida.
Recuerda lo que te acabo de decir pues un día te lo recordaré.
…Y pasaron los años para mi pero también para él.
Iba yo con Paco y me lo encontré un día en una manifestación.

-¡Hostia, cuánto tiempo sin verte!
¿Qué es de tu vida?. Cuenta, cuenta.
-Sigo de maestro pero como me aburría me hice óptico
y monté una óptica en el pueblo de Perezoso.
Por las mañanas la lleva mi mujer y yo, cuando no tengo clase.
¿Has engordado, no? Y te veo mucho más viejo, ¿estas enfermo?.
-Pues lo normal, la tensión, colesterol……..
-¿Te acuerdas de la conversación que tuvimos
hace ya más de veinte años en la puerta del Payes´?.
-No no me acuerdo, ¿de que conversación me estás hablando?.
-Si hombre, cuado tú al enterarte
que yo había cumplido cincuenta años
te descojonaste de risa y te hice,
cual brujo, unas adivinaciones…
Ahora ya los has cumplido tú
y no me da por descojonarme.
Yo es que siempre he tenido mucho respeto por los viejos.
-¿Me ves muy viejo?.
-Si te veo muy viejo.
-Bueno, yo me voy que tengo que cerrar la tienda.
-¿No te apetece tomar unas copas para celebrar el encuentro?.
-No, no, tengo prisa, adiós


Creo que conocías al maestróptico, procura cuando lo veas quitarte años o te amargará el día. Es lo que suelen hacer los de la cáscara amarga. Por mucho que corras creo que ya no me pillas. En aquel momento crítico para mi me pasaron multitud de anécdotas, ahora el que se descojona de la edad soy yo. Ocurre cuando te sales del calendario. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICIDADES!!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡cincuenta y ocho tacos!!!!!!!!!!!‏
RAFAEL CAMPILLO (14.MARZO.2010)