El ZEN del caminar
“Todo aquél que tenga algo de cancha en el senderismo a buen seguro que la habrá experimentado alguna vez. Me refiero a los momentos en que el andarín se vacía de todo lastre y, simplemente, camina. Disfruta del paisaje charlando con los demás y bromea con ellos, pero parece que no hubiera nadie “dentro” o “detrás”; sólo es gesto de caminar y respirar. Es un tipo de experiencia en que no dudo calificar de meditativa. De hecho, hay ciertos maestros budistas del zen o de la vipassana que recomiendan algún tipo de meditación andando.
Sólo se da el inhalar, el exhalar, el latir, el caminar. El agente desaparece, o resulta tan insustancial, que no puede decirse que exista un “yo” que dirija los actos. Únicamente se da la acción.
No es que el individuo se encuentre tan distraído que se olvide de sí mismo, sino que está tan concentrado en la acción que él es el acto de caminar. Puesto que se identifica consigo, no hay propósito, no hay intención, no hay deseo…o mejor: los pensamientos, las voliciones, las sensaciones físicas, las emociones, todo esto se da, pero nadie hay que se identifique con ello. Simplemente, fluye.
Todas aquellas personas que han participado en esta modalidad de experiencia afirman que es sumamente liberadora. Es como una ingravidez mental, emotiva y hasta física, fruto de la concentración del ritmo del paso y su acompasamiento con la respiración. El senderismo se torna, con toda justicia, en una meditación andando.”
Agustín Pániker(Revista Altaïr)
CUALQUIERA PUEDE HACERLO SER CAPAZ DE HACER LAS COSAS CON CALMA, CONSTANCIA Y ORDENADAMENTE: MEDITAR ANDANDO
El regreso a la Tierra:
Imagina que somos astronautas. Tras descender a la luna descubrimos
que no podemos regresar a la Tierra porque la nave se ha averiado y es
imposible arreglarla. Antes de que el centro de control pueda enviarnos
otra nave de rescate, ya se habrá acabado el oxigeno. Sólo nos quedan
dos días de vida ¿Qué pediríamos? ¿Acaso no sería poder regresar a la
Tierra? Seguramente que desearíamos intensamente regresar y caminar
por ella... Cuando hemos estado a punto de morir descubrimos que
caminar sobre la verde Tierra es algo maravilloso. Ahora….de modo
milagroso, hemos logrado sobrevivir y hemos vuelto a la Tierra.
Los que tenemos dos piernas podemos practicar la meditación caminando
fácilmente. No te olvides de sentirte agradecido por ello. Caminamos por
nosotros y, al mismo tiempo, por los que no pueden hacerlo. Caminamos
por todos los seres vivos. Al hacerlo visualiza que masajeas la tierra con
tus pies, cada paso tuyo es una caricia a la madre Tierra, en tu nombre y
en el de los que no pueden hacerlo.
Meditar andando:
Meditar andando, aquí y ahora, en el momento presente, sin ningún
propósito, sin ningún deseo, sin fijarse ni perseguir ningún objetivo.
Cuando practicamos la meditación andando a cada instante estamos
llegando. Nuestra verdadera casa es el momento presente.
Andar sin desear llegar o alcanzar algo. No necesitas esforzarte.
Disfruta de cada paso. Anda por el simple hecho de andar. Es aprender a
andar de otra manera: lentamente, dejándote llevar con serenidad,
siguiendo tu respiración. Sigue siempre tu respiración.
Camina de este modo Cada vez que vayas de un lugar a otro, aunque
haya una corta distancia - a tu habitación, al comedor, al lavabo, dentro o
afuera, en la ciudad o en el campo- camina de este modo. Si mientras
caminas ves algo que desees sentir o ver intensamente- el cielo, las montañas, un árbol, un pájaro- detente, pero mientras tanto, sigue
respirando de manera consciente. Harás que ese objeto de
contemplación se mantenga vivo y no te dejarás llevar por tus
pensamientos. Es una forma de controlar tu mente.
Práctica
En silencio, ojos mirando al suelo - como a un metro de distanciacomenzamos
a caminar guardando la postura correcta y respetando la
distancia, a ritmo acompasado, conectando cada paso con nuestra
respiración…
Camina con plena conciencia. Las primeras veces que meditas caminando
puede que avances con pasos inseguros, como un bebé que está
aprendiendo a andar. Pero si sigues la respiración y te concentras
totalmente en tus pasos, recuperarás pronto el equilibrio. Caminamos
lentamente y relajados, con una ligera sonrisa en los labios, seguros en la
Tierra. Cualquiera puede hacer esta práctica. Sólo necesitas prestar un
poquito de atención. Celebra la dicha de poder caminar por el planeta,
contento.-a agradecido-a. Hazlo con mucha atención. Tocando Tierra.
Siente la tierra con tus pies.
Anda con elegancia y serenidad, con la dignidad de un emperador o de
una emperatriz: derecha-o, con calma, dignidad y dicha. Al posar tus
pies sobre la Tierra, hazlo con el mismo aire que un emperador marcaría
un decreto real con su sello. Da tus pasos con calma al ritmo acompasado
de tu respiración…
Ahora visualiza un león, la forma majestuosa de un león caminado
tranquilo por la selva o si lo prefieres visualiza un tigre… Visualízalo
caminando lentamente, descubrirás que tus pasos se vuelven tan
majestuosos como los suyos...Camina como él...
Respira con naturalidad: Al inhalar sé que estoy inhalando. Al exhalar
sé que estoy exhalando. Cuando tienes la nariz tapada, te cuesta respirar
pero ahora que puedes hacerlo sin trabas, disfruta de cada
movimiento…Al inspirar te llenas de vida y al espirar expulsas muchas
toxinas… Meditar caminando es como comer. A cada paso que das te
alimentas. Si caminas de forma nerviosa es como si comieras comida
basura. Camina pausadamente sin más y goza del banquete de paz…Si
ahora no puedes estar en calma elige a alguien y vuélvete uno con él,
siguiendo sus pasos con atención. Camina serena-o y tranquila-o como el
compañero elegido.
Cuenta los pasos. Deja que tus pulmones inhalen todo el aire que deseen
y observa cuantos pasos das mientras llenas los pulmones y mientras lo
vacías… Al inspirar y espirar sé consciente de ello.
El vínculo que une el caminar y el respirar es el contar… Camina,
practica la respiración contando tus pasos. Di mentalmente: uno- dos, o
inspirando –espirando. Mira si este es tu ritmo y si no lo es, modifícalo;
no fuerces tu respiración. Acóplate a ella….… Escucha las necesidades de
tus pulmones según cada momento o situación… Observa, no intentes
controlar la respiración ni tus pasos. Respira con naturalidad… Al subir
una cuesta o bajar una montaña, variará la cantidad de pasos.
Sonríe. Te ruego que sonrías. Tu ligera sonrisa infundirá calma y placer a
tus pasos y a tu respiración y te ayudará a mantenerte atento. Una ligera
sonrisa en tus labios por estar aquí, con vida, caminando, tranquilo-a…
Al sonreír te renuevas y te fortaleces. No tengas miedo de sonreír. Tu
sonrisa muestra que estás vivo, que eres soberano-a,; deja prejuicios y
toda clase de pensamientos. Déjate llevar...
Ahora intenta visualizar una flor. Visualiza que cada momento que
tus pies entran en contacto con la tierra, brota de ella una flor… Con los
ojos de tu imaginación visualízalo… ¿qué flores brotan?... Un paso, una
flor, otro paso otra flor. Pon nombre a la flor…
Mientras meditas caminando puedes repetir para tus adentros: florece
la flor, ponle nombre a tu flor y, si son varias, a cada paso vete
nombrando a cada flor (margarita, rosa…). No te limitas a nombrarlas en
silencio, sino que realmente ves brotar las flores bajo tus pies. Te haces
uno con el planeta y lo haces más verde. Expresa tu propia creatividad y
sabiduría con libertad…
Si haces esta práctica con constancia y siguiendo estas pautas tus
amigos verán prados cubiertos de flores allí donde tú vayas…
Utiliza otras palabras si lo prefieres. Mira si alguna te va o resuena
en ti y repítelas a cada paso: aquí- ahora; a solas/ conmigo; llegando-a
casa; rosa- roja; planeta- verde…También puedes repetir las líneas o
palabras de algún poema.
Kinhin: La meditación Caminando
Kinhin es caminar meditando. Es un estilo Zen, de andar. En él, sabemos que estamos andando, somos concientes de cada paso. Mente y cuerpo siempre juntos. Generalmente, las personas andan apenas, con la cabeza; llenas de preocupaciones, ansiedades, dudas, pensando, pensando todo el tiempo, sin parar. Allí están, caminando por una calle cualquiera, pero sus mentes están lejos, fantaseando sobre lo que será dentro de unos minutos, días, o aún dentro de unos años. Van del pasado al futuro en un segundo, viendo imágenes de las cuales ya deberían haberse separado, o que forman parte de un mero juego especulativo (muchas veces formado por miedos y esperanzas), sobre "el mañana". Si bien, hasta saben adónde van con su cuerpo, infelizmente no tienen la menor idea de dónde, este tumulto interior, las va a llevar. Andando así, no consiguen darse cuenta ni del camino ni de sus maravillas. Hay muchos pequeños "milagros" visibles a cada paso que damos en esta vida, pero ellas no los pueden ver... Están allí pero no ven casi nada. Pierden el contacto con el momento presente, con el "ahora" de sus vidas, el único momento real, cuando todo está disponible y vivo, el momento en que una felicidad no condicionada puede emerger dentro de nosotros. Entonces, nuestro andar Zen es, con los pies. Es sólo andar. Caminamos cien por ciento. Nuestra mente no piensa, sólo camina, también. Ella ya no huye más hacia el pasado, o viaja hacia el futuro. Cuando caminamos así, no tenemos prisa, ya que ya llegamos! Recuerden, el primer paso ya es el último!Zendo Tres Tesoros
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