El hecho de que cada uno de nosotros vea las cosas de una forma distinta es lo que llamamos percepción subjetiva de la realidad. Es decir, depende de cada uno de nosotros que cada situación, experiencia, evento o suceso sea percibido de una forma u otra.
Pero claro, eso es subjetivo. Es decir, ¿es real para todos? ¿es verdad para todos? ¿es correcto para todos? No, no lo es. Por la sencilla razón de que la única forma de ver y percibir las cosas de forma “real” para todos, es percibir la realidad de forma objetiva, esto es, de la misma forma que la “realidad” se percibe a si misma. En otras palabras, la “conciencia” que da forma al mundo que vemos, el universo, la energía de la creación, y la forma en la que este “universo” o esta “energía de la creación” se percibe a si misma, es la única referencia de realidad objetiva que tenemos. Si hubiera una “verdad central” o “verdad primaria” o “realidad primaria”, esta sería la realidad que la propia “creación” tienen de si misma.
Filtros y programas mentales
Así pues, es difícil hablar de que es cierto y que no lo es. Pero podemos aproximarnos al trabajo y la percepción de la realidad objetiva si somos capaces de trabajar con la parte de nosotros mismos que está “hecha” de la misma conciencia que crea o moldea esa realidad: el alma, esencia, o espíritu que somos.
Lo que vemos del mundo exterior está pintado, filtrado y coloreado por centenares de filtros, programas, concepciones internas y patrones. A nivel consciente y subconsciente, cada porción de realidad “objetiva” pasa por tal serie de “filtrado” interno que cuando vemos “el mundo” o la “realidad”, estamos viendo solo “nuestra realidad” o el mundo “según nuestra visión del mismo”.
Pero eso, en cierto modo, es una percepción tremendamente “falsa” y alejada de esa realidad “objetiva”.
Un trabajo que dura toda la vida
Así pues, para acercarnos lo más posible a percibir realmente el “universo” como realmente el universo (como concepto genérico) se percibe a si mismo, hemos de eliminar decenas de filtros. Y eso puede ser muy doloroso. Hemos de empezar a limpiar primero las múltiples programaciones mentales y patrones de comportamiento aprendidos que hemos ido adquiriendo desde la infancia. Hemos de eliminar los bloqueos mentales y los velos “energéticos” que distorsionan la percepción del exterior, hemos de distanciarnos y desconectar de las múltiples facetas del ego y de los programas automáticos que hemos creado para sobrevivir en el mundo, y hemos de limpiar miedos, traumas, comportamientos aprendidos, etc. Es un trabajo DE TODA UNA VIDA, para conseguir solo un pequeño atisbo de como es “la realidad real” tal y como la concibe la única parte de nuestro ser capaz de percibirla objetivamente, nuestro “Yo interior”.
El místico ruso Gurdjieff llamaba a este trabajo “El cuarto camino”, y una parte de sus enseñanzas estaba destinada a hacer que sus alumnos pudieran ver en si mismos todos estos comportamientos aprendidos y adquiridos, en sus mentes, como autómatas, programas que funcionan en nosotros sin darnos cuenta. Somos “maquinas”, decía, y solo “desconectando” a la máquina puede el hombre entonces desarrollar su verdadero potencial y propósito (el alma).
Auto-conceptos hecho añicos
¿Que es lo que pasa cuando uno empieza a tratar de eliminar esos filtros y programas en uno mismo? Que se uno empieza a verse de forma diferente. Se rompen fachadas, la imagen que uno tiene de si mismo se rompe en pedazos, empiezas a ver como has sido programado y como respondes de forma automática con muchos patrones de comportamiento aprendidos a estímulos externos. Empiezas a perder tu auto-importancia (el mayor enemigo de una persona, decía Carlos Castaneda), los arquetipos del ego entran en pánico, y se entra en una espiral de “madre mía, ¿que está pasando aquí? “. Porque de repente estás eliminando filtros y más filtros, y haciendo que tu “yo interior” imponga la visión real del mundo, transmutando la visión subjetiva del mismo que cada uno de nosotros nos hemos creado.
David Topi
http://davidtopi.com/
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