Bluma Zeigarnik, psicóloga soviética |
Esta teoría que data de principios del siglo pasado ha sido utilizada con éxito en campañas de marketing desde entonces hasta el día de hoy.
Y lo mejor de todo, el paso del tiempo no hace mella en su efectividad.
Lo que vas a descubrir aquí no tan sólo te hará un comunicador más efectivo sino que además te servirá para convertirte en una persona más productiva.
Pero basta de alabanzas, veamos por fin de qué se trata este misterioso Efecto Zeigarnik.
Bluma Zeigarnik, psicóloga soviética, en su etapa de estudiante vivió un curioso evento que terminaría por convertirse en su famosa teoría del Efecto Zeigarnik. Todo empezó en un restaurante de Viena. . .
El café de Viena
Bluma – o su profesor Kurt Lewin, según sea la fuente – se encontraba sentada en un restaurante de Viena tomando un café y observando el comportamiento de un camarero.
Al parecer, este camarero había olvidado tener que rellenarle su taza de café, lo que por aquel entonces parecía ser lo normal.
Según descubrió, el camarero podía recordar sin problemas una lista larga de pedidos aún pendientes de servir, mientras que no recordaba nada de los pedidos recién servidos y ya completados.
Es decir, el camarero sólo recordaba la información de los pedidos que estaban en proceso de servirse. Una vez completado el pedido se olvidaba rápidamente de éste.
A raíz de este suceso, Bluma decidió profundizar en su estudio del tema hasta que desarrolló la teoría que hoy lleva su nombre.
El efecto Zeigarnik
Ya en el laboratorio, Bluma (a quien ves en la imagen de abajo) llevó a cabo un sencillo experimento que confirmaría sus sospechas.
El test consistió en pedir a un grupo de estudiantes que llevaran a cabo una serie de tareas (rompecabezas, tareas manuales, problemas de aritmética, etc.), con la especialidad que en determinadas tareas se les interrumpía cuando estaban a mitad de camino de resolverlas.
Tras el ejercicio se les preguntó a los estudiantes acerca de las tareas realizadas. Se descubrió que éstos recordaban mucho mejor aquellas tareas incompletas (en las que se les interrumpió) frente a las completadas. En concreto, había casi el doble de probabilidades que recordaran las incompletas frente a las completadas.
Conclusión: las personas recordamos mejor las tareas incompletas o interrumpidas que aquellas tareas ya completadas o que hemos terminado de una sentada.
La razón de ello parece ser que una tarea incompleta o un proyecto inacabado crea en nosotros una tensión que tan sólo es liberada cuando completamos lo que empezamos ( y añado: o bien cuando lo abandonamos por completo).
Esa tensión o carga psicológica consiste en la aparición de una serie de pensamientos molestos o incómodos que experimentamos por el hecho de dejar incompleto un objetivo que hemos perseguido.
Pues bien, esta tensión (carga psicológica por terminar lo que se empieza) actúa como una motivación para terminar esa tarea o proyecto. En otras palabras: buscamos el cierre de aquello que hemos abierto. Es esta tensión la que hace que recordemos mejor lo inacabado a lo acabado.
Explicada la teoría del Efecto Zeigarnik veamos ahora sus aplicaciones prácticas en los ámbitos de la productividad, del aprendizaje y, como no, del marketing.
Para leer el articulo completo, ir al enlace del autor: http://davidcantone.com/efecto-zeigarnik/
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