El Dr. Eugenio Zampini, médico argentino, cirujano, escribió un libro, editado en 2008, titulado “De cirujano del cuerpo a cirujano del alma” que debería ser de lectura obligatoria para todos aquellos empeñados en deambular de consultorio en consultorio buscando la solución de sus problemas de salud.
Zampini, gracias a una dolencia que lo afectó en pleno ejercicio de su profesión como cirujano, hace casi veinte años, pudo tomar conciencia de la relación entre las emociones, la mente y las enfermedades.
Comenzó sintiendo un adormecimiento en su brazo izquierdo y otras serias manifestaciones que le producían contracturas en todo el brazo, que le entorpecían seriamente su trabajo como cirujano.
Le diagnosticaron una hernia de disco en la zona cervical y la recomendación de todos los especialistas que lo atendieron fue unánime, debería someterse a una cirugía para que pudieran extraerle el disco que presionaba al nervio.
A pesar de ser cirujano, este diagnóstico lo sumergió en un estado depresivo mezclado con rabia y miedo.
Consultó al director del Hospital Churruca de Buenos Aires, quien lo puso en contacto con otro médico del citado hospital que practicaba acupuntura.
Hasta ese momento, el Dr. Zampini tenía una postura tomada con respecto al arte de curar, basada enteramente en el concepto de que la mayoría de las enfermedades se resuelven por medios quirúrgicos; y no reconocía los valores de la medicina alternativa.
Sin embargo, sabe reconocer que cuando se trató de una afección que comprometía su propia salud, se mostró dispuesto a probar esa posibilidad, poniéndose en manos del Dr. Pedro Oriolo.
Debía someterse a un tratamiento de acupuntura dos veces por semana y además sanar su mente; porque para curar el cuerpo primero hay que sanar el alma.
Esa experiencia le abrió la mente por primera vez, que luego lo llevó a profundizar teóricamente sobre este tema a la vez que iba sintiendo los efectos en su mismo cuerpo.
Este proceso permitió al Dr. Zampini entender la información que le brindaba su enfermedad y a escuchar su mensaje que lo obligó a cambiar su vida para siempre; y aunque la hernia de disco aún permanece en su columna no volvió a sentir más ninguna molestia.
Para que esto se hiciera realidad, tuvo que hacer muchos cambios; en su forma de ser, en su forma de pensar, y revertir su tendencia a la negatividad y a las emociones enfermas.
Diferentes profesionales lo ayudaron en esta empresa para lograr restablecer la armonía de su cuerpo y de su mente.
El Dr. Zampini no renuncia de ninguna forma de la medicina tradicional sino que trata de complementarla porque se ha dado cuenta que ningún conocimiento es absoluto por si mismo, como él había llegado a convencerse.
Su filosofía ha cambiado y hoy también implementa el mismo método con sus pacientes, tratando de ayudarlos a encontrar la unidad del cuerpo y del alma; porque es imposible comparar el cuerpo enfermo a una máquina que necesita ser reparada.
El tratamiento físico, centrado en eliminar los síntomas, aunque representa una parte fundamental en el tratamiento de las enfermedades, resulta incompleto, porque se hace necesario el compromiso total de la persona para curarse.
Hay que aprender a ver la importancia de la mente y la emoción en la afección
Zampini, gracias a una dolencia que lo afectó en pleno ejercicio de su profesión como cirujano, hace casi veinte años, pudo tomar conciencia de la relación entre las emociones, la mente y las enfermedades.
Comenzó sintiendo un adormecimiento en su brazo izquierdo y otras serias manifestaciones que le producían contracturas en todo el brazo, que le entorpecían seriamente su trabajo como cirujano.
Le diagnosticaron una hernia de disco en la zona cervical y la recomendación de todos los especialistas que lo atendieron fue unánime, debería someterse a una cirugía para que pudieran extraerle el disco que presionaba al nervio.
A pesar de ser cirujano, este diagnóstico lo sumergió en un estado depresivo mezclado con rabia y miedo.
Consultó al director del Hospital Churruca de Buenos Aires, quien lo puso en contacto con otro médico del citado hospital que practicaba acupuntura.
Hasta ese momento, el Dr. Zampini tenía una postura tomada con respecto al arte de curar, basada enteramente en el concepto de que la mayoría de las enfermedades se resuelven por medios quirúrgicos; y no reconocía los valores de la medicina alternativa.
Sin embargo, sabe reconocer que cuando se trató de una afección que comprometía su propia salud, se mostró dispuesto a probar esa posibilidad, poniéndose en manos del Dr. Pedro Oriolo.
Debía someterse a un tratamiento de acupuntura dos veces por semana y además sanar su mente; porque para curar el cuerpo primero hay que sanar el alma.
Esa experiencia le abrió la mente por primera vez, que luego lo llevó a profundizar teóricamente sobre este tema a la vez que iba sintiendo los efectos en su mismo cuerpo.
Este proceso permitió al Dr. Zampini entender la información que le brindaba su enfermedad y a escuchar su mensaje que lo obligó a cambiar su vida para siempre; y aunque la hernia de disco aún permanece en su columna no volvió a sentir más ninguna molestia.
Para que esto se hiciera realidad, tuvo que hacer muchos cambios; en su forma de ser, en su forma de pensar, y revertir su tendencia a la negatividad y a las emociones enfermas.
Diferentes profesionales lo ayudaron en esta empresa para lograr restablecer la armonía de su cuerpo y de su mente.
El Dr. Zampini no renuncia de ninguna forma de la medicina tradicional sino que trata de complementarla porque se ha dado cuenta que ningún conocimiento es absoluto por si mismo, como él había llegado a convencerse.
Su filosofía ha cambiado y hoy también implementa el mismo método con sus pacientes, tratando de ayudarlos a encontrar la unidad del cuerpo y del alma; porque es imposible comparar el cuerpo enfermo a una máquina que necesita ser reparada.
El tratamiento físico, centrado en eliminar los síntomas, aunque representa una parte fundamental en el tratamiento de las enfermedades, resulta incompleto, porque se hace necesario el compromiso total de la persona para curarse.
Hay que aprender a ver la importancia de la mente y la emoción en la afección
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