Como siempre solo vemos lo bonito, o más bien, solo nos enseñan lo bonito del asunto. Si, que bonito es reciclar. Que buenas personas nos sentimos cuando reciclamos… ¡estamos saneando el mundo, ayudando en esa gran labor! si, nos han convencido a todos, pero ¿que hay detrás de tanto bombardeo de publicidad y marketing para que reciclemos?
Decía Jean La Fontaine por allá por el siglo XVII: “Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda”. Desde hace cuatrocientos años ya nos vamos conociendo. La última estupidez de moda: el reciclado.
Cuando yo era pequeño gran cantidad de cosas que ahora se tiran a la basura para reciclar se devolvían a la tienda. Aquellos que tengáis cierta edad recordareis que las botellas de cerveza, agua, gaseosas, refrescos se devolvían. Para los más jóvenes eso consistía en que la primera vez que comprabas unas cervezas, comprabas las botellas más el líquido. A partir de entonces cada vez que ibas a comprar cervezas tenías que devolver las botellas vacías, ya que si no te las volvían a cobrar. La botella devuelta era enviada a la fábrica donde se limpiaba, desinfectaba y se volvía a utilizar. El mismo camión que traía las cervezas, se llevaba las botellas vacías en su viaje de regreso.
Ahora el circuito de moda para esto que antes era tan simple es el siguiente:
* Se compra la cerveza + la botella. No hay posibilidad de comprarlos por separado.
* La cerveza se bebe y la botella que compras unas y otra vez se tira al contener de vidrio.
* Vienen los de la basura y se llevan el contenedor a la planta de reciclaje de vidrio ubicada en un complejo llamado Ecopark, eufemismo moderno para el tradicional basurero.
* Se descarga el material en inmensas montañas.
* Se pasan por una cinta transportadora y un gigantesco imán separa los restos metálicos.
* Luego un ejército de operadores separa el vidrio verde del incoloro, así como plásticos, papeles y todo lo que no sea vidrio que se haya “reciclado” por error.
* Mediante cribas se separa el vidrio en trozos de tres tamaños: pequeños, medianos y grandes.
* Los trozos grandes y medianos son pasados por máquinas trituradoras para convertirlos en pequeños.
* A medida que se tritura hay que separar los trozos de etiquetas que van cayendo mediante otra instalación de aspiración y filtrado.
* A la final el vidrio se almacena.
* Viene un camión y lo carga para transportarlo una segunda vez, esta vez hasta la planta de fabricación de vidrio.
* El vidrio reciclado se vuelve a fundir en uno de los procesos industriales que más energía gasta y CO2 emite por tonelada producida aparte del Acero y el Cemento.
* La fábrica produce una nueva botella.
* Pasa otro camión (y ya van tres) a recogerla para llevarla a la embotelladora.
* La embotelladora la llena para enviarla de nuevo al super y vuelta a comenzar.
Esta es la ecología que existe detrás de substituir un simple proceso de reutilización por otro de “reciclo” donde hay tres veces más transporte, una planta de reciclado con un montón de operarios y que también consume energía y ni hablar del exabrupto energético que implica volver a fundir el cristal cada vez que se va a utilizar, como si el Petróleo fuese gratis. Esta es la gran ecología que existe detrás de este montaje.
Nadie puede ser tan estúpido. ¿Por qué?
Porque genera negocios, el dinero se mueve y el PIB aumenta mientras nos dedicamos a resolver un problema que hace cuarenta años se encontraba parcialmente resuelto. Hoy lo volvemos a resolver mediante una gigantesca complicación que a la final gasta más recursos y energía. Pero el PIB sube.
Otro aspecto interesante de esta ecología reciclante es lo tocante al envase (y embalaje) utilizado en todo lo que se vende, pero principal y obsesivamente en la alimentación. Hasta la más humilde croqueta viene en una caja de cartón con fotos a todo color de la croqueta. Dentro nos encontramos una bandeja de plástico con doce cuencos hechos a la medida de cada croqueta, donde cada una se encuentra envuelta en más plástico. La caja, a su vez también viene envuelta a plástico. Debe ser más grande la planta de envasado de las croquetas que la planta donde las hacen.
Existe toda una industria de flexografía, tintas homologadas, impresión industrial, etc, etc montada solo para que el consumidor se lleve su croqueta o trozo de pescado desde el supermercado a su casa contemplando la foto de lo que ha comprado. Vida media de todo esto: 10 minutos; del super a la casa y al cubo de basura.
Es de escándalo que casi la mitad de la basura generada en cualquier cocina sea producto de estos benditos “envases” que los tontos útiles de los departamentos de marketing proclaman como que aumenta el valor del producto. ¿ El valor del producto para quién?, para la empresa que lo produce claro: te está vendiendo el envase que después tiraras a la basura, perdón: al reciclado. Una verdadera orgía de plásticos no reciclables, kilómetros de film, bandejas de porexpan que constantemente llenan y llenan los cubos de basura de todas las cocinas.
Antes los congelados se vendían a granel. Ahora no: hoy día se venden en una caja con la foto de la merluza, envasados uno a uno con más y más plástico. La mayoría de estas empresas deben vender más kilos de cartón y plástico que de comida.
Con las latas de bebidas, más de lo mismo: antes los niños recogían latas de aluminio y las llevaban al chatarrero quien les pagaba un dinero por ellas. En toda casa se separaban las latas para que los niños tuviesen con que comprase sus chuches. Ahora se envían a la planta de reciclado, donde luego de un galimatías parecido al de las botellas acaba de nuevo en la fundición de aluminio. Cada vez que alguien usa una lata hay que fundir, laminar, cortar y extruir de nuevo la dichosa lata.
Si de verdad lo que persiguieran los gobiernos fuese la ecología, lo primero que tendrían que hacer es ponerle un impuesto exagerado a todos los envases no retornables. En los países del norte de Europa le aplican un impuesto de 0,6 Euros/litro. Es decir: una botella de agua de cinco litros paga tres Euros de impuesto, eso sin el agua, el envase el transporte y los márgenes de toda la cadena de distribución. De esta forma el agua embotellada en plan no retornable se convierte en un artículo de lujo y las personas se llevan su botella de vidrio para devolverla en el super cuando compran una nueva. Como se hacía hace décadas.
Con los equipos electrónicos: tres cuartos de lo mismo. Kilos y kilómetros de plásticos, blisters, inmensos trozos de porexpan, cartón, etc acompañan a cada una de estas maravillas tecnológicas. Eso sin contar con que la vida útil del cacharro en más bien escasa y con toda probabilidad también acabará en la basura en un corto tiempo.
La ingeniosa solución encontrada a todo esto de tirar cosas como si el mundo se fuese a acabar mañana es el “reciclar”. Una especie de lavado de conciencia que a la vez ofrece oportunidades de negocio a todo aquel que tenga el oportuno “enchufe” en los gobiernos de este mundo. Y para agregar agravio al insulto entonces lo enseñan en la escuela, como si saber qué color de cubo de basura es para qué tuviese algo que ver con sostenibilidad y ecología.
¡Hasta a los países pobres se les quiere “meter” en la onda del reciclado!. Las empresas del primer mundo necesitan vender su maquinaria a países donde son tan pobres que ni siquiera tienen con que comprar algo para tirar. En esos países no es como aquí: allá se repara absolutamente todo.
¿Como hemos llegado a semejante situación tan estúpida? Como siempre la historia nos da las respuestas.
Durante la segunda guerra mundial se desarrolló en los Estados Unidos una inmensa industria de envases no retornables que eran consumidos por las tropas. Esa guerra aparte de dejar a Europa cubierta de casquillos de balas, también la cubrió de latas vacías, botellas y envoltorios de comida. Una vez acabada la guerra viene la pregunta: ¿ahora qué hacemos con esto?.
Hasta ese entonces era costumbre utilizar envases retornables por lo que tanto cervecerías como fabricantes de bebidas gaseosas debían de estar cerca de sus consumidores, existía poca competencia nacional debido a la logística de recogida de envases. Los grandes fabricantes vieron en los envases no retornables la oportunidad de poder competir a lo largo y ancho del país sin preocuparse del retorno, por lo que las grandes cervecerías y fabricantes de bebidas se aliaron con American Can Company (principal fabricante de latas) y con Owen Illinois (principal fabricante de botellas) para comenzar con la orgía de envases no retornables.
La reacción de los gobiernos estatales ante semejante atentado a la salud pública y a los servicios de recogida de basuras no se hizo esperar y ya en 1954 estos envases fueron prohibidos en el estado de Vermont. Entonces la American Can Company, Owen Illinois, Coca Cola, Pepsico y la asociación de fabricantes de cervezas se unieron para crear una campaña maquiavélicamente denominada “Keep America Beautiful”. La campaña culpabilizaba del problema de tanta lata y botella tirada por todas partes a las personas que las tiran (que es cierto) , pero casualmente no mencionaba al que las fabrica e inunda el mundo de ellas, que también tiene su parte importante de culpa. Gastaron cientos de millones en publicidad por radio, televisión y medios escritos “concienciando” al pueblo de la necesidad de “no ensuciar”. Inclusive llegaron a repartir millones de contenedores de diferentes colores para poner en la cocina: ¿a que suena familiar ?. El lema utilizado era: “Las personas son las que contaminan….las personas lo pueden parar”, equiparando al que tira una lata o una botella con un traidor a la patria o alguien que no quiere a su mamá, mientras las plantas de American Can y Owen Illinois operaban en tres turnos vomitando decenas de millones de botellas y latas no retornables al día. Emanuel Goldstein estaría orgulloso.
Fueron más de veinte años de machacona campaña donde traspasaron a las personas y a los políticos la responsabilidad sobre tanta basura, les hicieron creer que ensuciar o no ensuciar era una cuestión personal o de civismo, mientras que la producción masiva de cosas no retornables o desechables y sobre todo la práctica cotidiana de la obsolescencia planificada en todo lo que se produce nunca fue cuestionada.
Fueron ellos mismos los que establecieron las bases del movimiento ecologista liberal que hoy domina el pensamiento del reciclado. De esta forma se desmarcaron del problema, culpabilizaron a la ciudadanía llamándolas poco menos que cerdos y transfirieron el problema a los diferentes gobiernos municipales y sus servicios de recogida de basura a la vez que sus beneficios aumentaban astronómicamente al quedarse con el negocio de las empresas locales que si tenían que recoger sus botellas. Mejor ejemplo de privatización de beneficios y socialización de costes solo existe en el sector bancario.
Estos envases tenían que haberse prohibido taxativamente, son un atentado contra el medio ambiente, el consumidor y los presupuestos de los servicios de basuras. Lo que pasa en USA pasa en Europa diez años después y en España a los treinta años. Así que aquí estamos: reciclando botellas, latas y permitiendo que se fabriquen impresoras manipuladas de fábrica para que a las dos mil copias dejen de funcionar con el único objetivo de que la pobre víctima compre una nueva. Estas impresoras luego son escrupulosamente recicladas en algún ecopark verde donde operarios vestidos con monos verdes trabajan dentro de naves pintadas de verde rodeadas de césped verde regado con agua reciclada mientras un cartel verde anuncia “aquí utilizamos agua reciclada” y “esto se ha construido con fondos FEDER”. En realidad para reciclar estas impresoras lo único que hace falta es anular el contador de páginas impresas que tienen en su memoria interna.
Pregúntense el por qué se hace tanto énfasis en el reciclado y tan poco énfasis en la obsolescencia planificada; práctica de uso generalizada en la industria donde la totalidad de lo que hoy día se produce se encuentra diseñado para ser tirado a la basura al poco tiempo. ¿Por qué no se prohíbe todo tipo de envases no retornables?, ¿Por qué no se persigue a los de las impresoras?, ¿Por qué no se establecen normas mínimas de duración de los electrodomésticos, de los coches, aparatos electrónicos, de todo?. Si de verdad queremos ahorrar recursos y generar menos basura este es el camino.
Pregúntele a cualquier persona de más de sesenta años si en su época se generaba tanta basura. ¡Es que ni había basureros!. Ahora en Inglaterra se encuentran instalando cámaras en los diferentes “puntos verdes” (término proveniente de la neolengua ecológica, quiere decir: lugar donde se colocan los contenedores de basura) para vigilar que la gente recicle, y que recicle de forma sumisa y humilde se les olvidó agregar.
Reciclado…nuestra última payasada. Y eso que supuestamente estamos en el primer mundo y somos los listos del planeta.
Por lo pronto yo a mis niños les digo que todo se tira en el contenedor marrón o en el que esté menos lleno, que da igual, que todo esto es un montaje y que lo que hay que hacer es no comprar tanta tontería inútil.
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