Su conservación se alarga gracias al frío, al mismo tiempo que mantiene todas las cualidades de la materia prima. El pescado congelado presenta innumerables beneficios para nuestra salud al ser un alimento natural que contiene proteínas y minerales. Carece de espinas y su presentación en filetes, rodajas y varitas, entre otras, hacen de él un alimento atractivo para toda la familia. El origen de la congelación del pescado es tan antiguo como los inicios de la humanidad, en los que la nieve y el hielo, junto con el aire, el sol, la sal y el humo propiciaron la posibilidad de conservarlo a través del tiempo, deteniendo o retrasando su proceso de alteración. Precisamente, el objetivo principal de la congelación es el de obtener productos que puedan almacenarse durante varios meses y que, después de descongelados, apenas hayan cambiado sus condiciones organolépticas debido a este proceso.
En la actualidad, el pescado congelado es un alimento que aporta proteínas de un alto valor nutritivo, vitaminas hidrosolubles y liposolubles y minerales esenciales. Según los expertos, su consumo frecuente garantiza al organismo humano un aporte adecuado de grasas insaturadas, muy beneficiosas para la salud. De esta manera, si un pescado ha sido adecuadamente congelado y descongelado posee las mismas cualidades nutritivas que uno fresco, conservando prácticamente las mismas condiciones de sabor y textura. A continuación te presentamos algunas de las ventajas, tanto de la compra como de la ingesta, del pescado congelado:
A la hora comprar pescado congelado es necesario tener en cuenta una serie de factores, tanto internos como externos, que nos ayudan a determinar que el producto que queremos es de calidad. Los primeros tienen que ver con la salubridad del producto y su valor nutricional, mientras que en los externos hay que tener en cuenta los aspectos relativos al envase, como que no presente roturas ni demasiada escarcha. Además, es necesario comprobar las fechas de preparación, la fecha de caducidad, la cantidad de producto neto que contiene el envase y su contenido escurrido. En cuanto al etiquetado, es único para todos los países de la Unión Europea. Debe informar de la denominación comercial y científica de la especie, la zona de captura o cría, método de producción, forma de presentación (filete, rodajas, entero...) y la fecha de duración mínima Frescura Es una de las condiciones imprescindibles para que el pescado ofrezca las mejores condiciones, similares al momento en que fue extraído del agua. Para ello debe cumplir una serie de características, entre las que destaca el olor. Éste debe recordar al mar y a las algas marinas y, debe estar exento de cualquier aroma raro –amoniaco–. En la actualidad, gracias al frío, se puede disponer de pescado blanco de 6 meses de captura con perfecta calidad, siempre que se congele rápida y adecuadamente en origen y que se almacene debidamente, y de pescado azul o graso de 3 meses. Otro de los aspectos a tener en cuenta es el color, que debe ser blanco nítido, brillante, vivo, de reflejos nacarados o neutros, con irisaciones azuladas en la parte inferior del pescado, y con la piel de pigmentación viva y bien adherida a la carne. Por otro lado, el sabor del pescado, para que sea fresco debe ser homogéneo, no muy fuerte ni salado, con la carne jugosa, elástica, pero firme, sin demasiada pastosidad o zonas secas. El pescado congelado, a veces, puede presentar un indeseado sabor salado. |
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