Un mes sin compras
Tanto si tenéis dificultades para llegar a fin de mes como si no, haced este experimento: un mes sin
compras. Durante un mes entero comprad solo los alimentos, los productos de higiene y lo indispensable para el cuidado del hogar (aunque en este terreno os remitimos al capítulo «Vivienda» en el que os invitamos a fabricar vosotros mismos dichos productos de limpieza). Ninguna compra de prendas de vestir, de CD, de DVD, de electrodomésticos, de juegos y juguetes, de aparatos electrónicos, etc. A cada deseo, decíos que esperaréis al mes siguiente. Notad entonces el ahorro realizado. Curiosamente, veréis que el mes siguiente no consumiréis el doble. Además, durante un mes, dejaréis de pasaros las tardes del sábado recorriendo las galerías de los centros comerciales. Liberaréis tiempo, para vuestras ai ciones, por ejemplo. Si este experimento se revela concluyente, repetidlo una vez al año, preferiblemente un mes antes de iros de vacaciones. Así aportaréis un globo de oxígeno a vuestra cuenta corriente para aprovechar mejor vuestros días de asueto.
Sobre ese mismo principio, por qué no intentar «una semana sin…». Ideas no faltan. Una semana: sin carne, sin teléfono, sin cigarrillos, sin alcohol, sin restaurantes, sin información (ni radio, ni tele), sin hacer la limpieza (al diablo microbios, bacterias y otras pelusillas)…
Y, ¿qué decís de una semana sin pareja ni hijos? He aquí una buena ocasión para encontraros cara a cara con vosotros mismos para hacer un alto en vuestra vida y su orientación. Pruebo una semana sin:
Carne
Teléfono
Cigarrillos
Alcohol
Restaurantes
Radio
Televisión
Limpieza
Hijos
Pareja
Tanto si tenéis dificultades para llegar a fin de mes como si no, haced este experimento: un mes sin
compras. Durante un mes entero comprad solo los alimentos, los productos de higiene y lo indispensable para el cuidado del hogar (aunque en este terreno os remitimos al capítulo «Vivienda» en el que os invitamos a fabricar vosotros mismos dichos productos de limpieza). Ninguna compra de prendas de vestir, de CD, de DVD, de electrodomésticos, de juegos y juguetes, de aparatos electrónicos, etc. A cada deseo, decíos que esperaréis al mes siguiente. Notad entonces el ahorro realizado. Curiosamente, veréis que el mes siguiente no consumiréis el doble. Además, durante un mes, dejaréis de pasaros las tardes del sábado recorriendo las galerías de los centros comerciales. Liberaréis tiempo, para vuestras ai ciones, por ejemplo. Si este experimento se revela concluyente, repetidlo una vez al año, preferiblemente un mes antes de iros de vacaciones. Así aportaréis un globo de oxígeno a vuestra cuenta corriente para aprovechar mejor vuestros días de asueto.
Sobre ese mismo principio, por qué no intentar «una semana sin…». Ideas no faltan. Una semana: sin carne, sin teléfono, sin cigarrillos, sin alcohol, sin restaurantes, sin información (ni radio, ni tele), sin hacer la limpieza (al diablo microbios, bacterias y otras pelusillas)…
Y, ¿qué decís de una semana sin pareja ni hijos? He aquí una buena ocasión para encontraros cara a cara con vosotros mismos para hacer un alto en vuestra vida y su orientación. Pruebo una semana sin:
Carne
Teléfono
Cigarrillos
Alcohol
Restaurantes
Radio
Televisión
Limpieza
Hijos
Pareja
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