Texto para la práctica de ser conciente extraído del libro de Thich Nhat Hanh : "Sintiendo la Paz"
Al iniciar una relación, nos sentimos llenos de excitación, entusiasmo y ansias de explorar. Pero todavía no nos comprendemos a nosotros mismos ni a la otra persona demasiado bien. Sin embargo, al vivir las veinticuatro horas del día en compañía de otra persona, vemos, escuchamos y experimentamos muchas cosas que no hemos visto o imaginado con anterioridad. Al enamorarnos construimos una bella imagen que proyectamos en nuestra pareja, pero más tarde, a medida que nuestras ilusiones desaparecen y descubrimos la realidad, nos sentimos desconcertados. A menos que sepamos cómo hacer la práctica de ser conscientes juntos, observando profundamente nuestro interior y el de nuestra pareja, nos resultará muy difícil conservar nuestro amor a lo largo de este período.
La práctica de ser consciente es en sí misma la práctica de amar. Para fomentarla en aquellos que viven en pareja, he pedido a mis alumnos que me ayuden a iniciar un Instituto para la Felicidad de Una Persona. El programa durará un año y sólo se ofrecerá un curso titulado «El arte de observar profundamente». Durante un año cada alumno hará la práctica de observar profundamente en su interior para descubrir todas las flores y el abono que hay en él, no sólo los que ha creado, sino los que ha recibido de sus ancestros y la sociedad. Al final del curso, cada alumno recibirá un diploma en el que constará que él o ella están calificados para casarse. Creo que para las parejas jóvenes es importante practicar de ese modo antes de embarcarse en el viaje de mutuo descubrimiento que tiene lugar en el matrimonio. Si no llegan a conocerse bien a sí mismos ni dedican el tiempo necesario a deshacer sus nudos internos, el primer año de matrimonio resultará muy difícil.
En la psicología budista, la palabra samyojana significa las formaciones mentales internas, cadenas o nudos. Por ejemplo, cuando alguien nos dice algo desagradable, si no entendemos por qué nos lo ha dicho y nos enojamos, se formará un nudo en nuestro interior. La falta de comprensión es la base que da pie a la formación de cualquier tipo de nudo interno. Si hacemos la práctica de ser conscientes, podemos adquirir la habilidad de reconocer un nudo en el preciso instante en que se forme y hallar el modo de deshacerlo. Las formaciones internas requieren toda nuestra atención tan pronto se forman, ya que el nudo todavía no está demasiado apretado y el trabajo de deshacerlo será fácil de llevar a cabo. Si no deshacemos los nudos en el momento en que se forman, se apretarán y endurecerán cada vez más. A nuestra mente le resulta difícil aceptar que tiene sentimientos negativos como la cólera, el miedo y el arrepentimiento, así que halla modos de sepultarlos en remotas áreas de nuestra conciencia. Creamos elaborados mecanismos de defensa para negar su existencia, pero estos sentimientos problemáticos siempre intentan aflorar a la superficie.
El primer paso para afrontar las formaciones internas inconscientes es intentar percibirlas. Meditaremos practicando la respiración consciente para tener acceso a ellas. Pueden revelarse como imágenes, sentimientos, pensamientos, palabras o acciones. Quizá notemos un sentimiento de ansiedad y nos preguntemos: «¿Por qué me he sentido tan incómodo cuando ella dijo aquello?» o «¿Por qué sigo haciendo eso?» o «¿Por qué he odiado tanto al personaje de esa película?». Al observarnos de cerca podremos sacar a la luz nuestras formaciones internas. Y a medida que las iluminemos con la luz de nuestra atención, empezarán a revelar su auténtico rostro. Quizá sintamos alguna resistencia a seguir observándolas, pero si hemos desarrollado la capacidad de permanecer sentados sin movernos y observar nuestros sentimientos, el origen del nudo se revelará poco a poco y nos dará una ¡dea de cómo deshacerlo. Practicando de esta forma llegaremos a conocer nuestras formaciones internas y estaremos en paz con nosotros mismos.
Cuando vivimos con otra persona es importante hacer este tipo de práctica. Para proteger la felicidad de ambos, debemos aprender a transformar las formaciones internas que aparecen como resultado de nuestra vida en común, tan pronto surjan. Una mujer me explicó que a los tres días de casarse, y como resultado de la relación con su marido, quedó marcada con unas formaciones internas tan profundas que no consiguió desprenderse de ellas en treinta años. Temía que decírselo provocase una pelea. Sin una verdadera comunicación ¿cómo podemos ser felices? Cuando en nuestra vida cotidiana no permanecemos atentos, sembramos las simientes del sufrimiento en la persona que más amamos.
Cuando la relación de la pareja conserva aún el frescor y no tiene demasiados nudos, la práctica no es difícil. Ambos observan juntos el malentendido que ha originado el nudo y lo deshacen. Por ejemplo, si escuchamos que nuestro marido está exagerando al hablar con sus amigos sobre algo que hizo, es posible que sintamos que en nuestro interior se está formando un nudo en forma de cierta falta de respeto hacia él. Pero si lo discutimos enseguida con él, los dos podremos aclarar las cosas y el nudo se deshará fácilmente.
Si practicamos el arte de vivir juntos de modo consciente, podremos hacerlo. Veremos que la otra persona, igual que nosotros, tiene en su interior tanto flores como basura, y lo aceptaremos. Nuestra práctica consiste en regar sus flores y en no añadir más basura. Evitaremos culparla y discutir con ella. Cuando intentamos cultivar las flores, si éstas no crecen bien, tampoco la culparemos ni discutiremos con ella. Nos echaremos la culpa a nosotros mismos por no cuidarlas bien. Nuestra pareja es una flor. Si la cuidamos bien, crecerá muy hermosa. Si la descuidamos, se marchitará. Para ayudar a una flor a crecer bien, debemos comprender su naturaleza. ¿Cuánta agua necesita? ¿Cuánto sol? Del mismo modo debemos observar profundamente en nosotros mismos para percibir nuestra auténtica naturaleza, y después hacer lo mismo con la otra persona.
La «talidad» es un término técnico que significa la «auténtica naturaleza». Todas las cosas tienen su talidad, por eso somos capaces de reconocerlas. Una naranja tiene su talidad, de ahí que no la confundamos con un limón. En mi comunidad cocinamos con gas propano y conocemos su talidad. Sabemos que puede ser muy peligroso. Si mientras dormimos hay un escape en la habitación y alguien enciende una cerilla, puede matarnos. Pero también sabemos que el propano puede ayudarnos a cocinar una maravillosa comida, y por eso lo hemos invitado a permanecer en nuestra casa, para que viva pacíficamente con nosotros.
Me gustaría compartir una historia sobre la talidad. En el hospital mental de Bien Hoa había un paciente cuyo estado parecía normal. Comía y hablaba como las otras personas. Pero creía ser un grano de maíz, y cada vez que veía un pollo huía despavorido para salvar su vida. Desconocía su talidad. Cuando la enfermera se lo comunicó al doctor, éste le dijo: «Señor, usted no es un grano de maíz, sino un ser humano. Tiene cabello, ojos, una nariz y brazos». Le dio un sermón como éste y finalmente le preguntó: «Ahora, ¿podría decirme qué es usted?».
El hombre contestó: «Doctor, no soy un grano de maíz, soy un ser humano». El médico se alegró, creía que había ayudado a su paciente. Pero para asegurarse le pidió que repitiese la frase: «No soy un grano de maíz, soy un ser humano», cuatrocientas veces al día y que la escribiese en una hoja de papel trescientas veces más cada día. Aquel hombre se consagró a la tarea, incluso dejó de salir al exterior. Permaneció en su habitación repitiendo y escribiendo exactamente lo que el doctor le había prescrito.
Al cabo de un mes el doctor ftie a visitarlo y la enfermera le informó:
—El paciente va muy bien, permanece en la habitación practicando diligentemente los ejercicios que usted le ordenó.
El doctor preguntó:
—¿Cómo le va a usted?
—Muy bien, gracias, doctor.
—¿Podría decirme qué es?
—¡Oh, sí, doctor! No soy un grano de maíz, soy un ser humano.
El doctor estaba encantado y dijo:
—Podrá marcharse en pocos días. Por favor, venga a mi consultorio.
Pero mientras el doctor, la enfermera y el paciente se dirigían al consultorio, pasó un pollo, y el hombre huyó tan velozmente que el doctor fue incapaz de atraparlo. Transcurrió una hora antes de que la enfermera lograse llevarlo al consultorio.
El doctor estaba consternado:
—Usted me ha dicho que no era un grano de maíz, sino un ser humano. Entonces ¿por qué huyó al ver aquel pollo?
El hombre respondió:
—Claro que sé que soy un ser humano y no un grano de maíz. Pero ¿cómo sé si el pollo lo sabe?
Aunque había estado practicando intensamente, no era capaz de ver su verdadera naturaleza, su talidad, y tampoco comprendía la talidad del pollo. Cada uno de nosotros tiene su propia talidad. Si queremos vivir felizmente y en paz con otra persona, debemos comprender su propia talidad y la nuestra. Una vez percibidas, no nos resultará difícil vivir felizmente y en paz con ella.
Meditar es observar profundamente la naturaleza de las cosas, incluyendo la propia naturaleza y la de la persona que tenemos delante. Al ver la verdadera naturaleza de esa persona, descubriremos sus dificultades, aspiraciones, sufrimiento y ansiedades. Podremos sentamos, cogerle la mano, observar profundamente a nuestra pareja y decirle: «Querido, ¿te comprendo lo suficiente? ¿Acaso riego tus simientes de sufrimiento? ¿Acaso riego tus simientes de alegría? Por favor, dime cómo puedo quererte mejor». Si lo decimos desde el fondo de nuestro corazón, quizá se eche a llorar, y ello será una buena señal. Significará que la puerta de la comunicación se ha abierto de nuevo.
Un aspecto importante de la práctica es el hablar afectuosamente. Cada vez que la otra persona haga algo bien, debemos felicitarla para mostrar nuestra aprobación. Esto debe realizarse en especial con los niños. Debemos fortalecer la autoestima de nuestros hijos apreciando y alabando cada cosa buena que digan para ayudarles a crecer, sin dar las cosas por sentado. Si la otra persona manifiesta un talento o capacidad determinados para amar y generar felicidad, debemos ser conscientes de ello y expresarle nuestro aprecio. Ése es el modo de regar las simientes de la felicidad. Debemos evitar pronunciar frases destructivas como: «Dudo que puedas hacerlo». En su lugar, diremos: «Es difícil, querido, pero confío en que podrás hacerlo». Esta forma de hablar fortalece a la otra persona.
Cuando surja un problema, si mantenemos la calma, podremos hablar sobre él afectuosamente, sin violencia. Pero si no es así, es mejor no decir nada y sencillamente respirar. Si lo necesitamos, podemos practicar la meditación andando al aire libre, contemplando los árboles, las nubes, el río... Una vez recuperada la calma, cuando seamos capaces de utilizar un lenguaje afectuoso, podremos discutir juntos el problema. Si durante la conversación nos invade nuevamente la irritación, es mejor dejar de hablar y concentrarnos en la respiración. En esto consiste el ser consciente.
Todos nosotros necesitamos cambiar y crecer. Al casarnos, podemos hacer la promesa de cambiar y crecer juntos, compartiendo los frutos de nuestra práctica. Cuando seamos felices como pareja, cuando la comprensión y la armonía estén presentes, nos resultará fácil extender nuestra felicidad y alegría a mucha gente. Esta práctica es válida también para aquellos que llevan casados diez o veinte años. Tú también puedes matricularte en nuestro Instituto y continuar desarrollando la práctica de vivir concientemente aprendiendo de tu pareja. Es posible que tengas la impresión de saberlo todo sobre tu esposa, pero no es cierto. Los físicos llevan años investigando el electrón y todavía no pueden afirmar conocerlo por completo. ¿Cómo puedes, pues, creer que lo sabes todo sobre un ser humano? Cuando conduces el coche, si sólo prestas atención a tus pensamientos, estás ignorando a tu esposa. Si continúas tratándola de ese modo, morirá poco a poco. Necesita tu atención, que la cuides como si fuera una flor, que te ocupes de ella.
Cuando las cosas se ponen difíciles, tendemos a pensar en el divorcio. En lugar de esto, espero que te esfuerces en conservar tu matrimonio, en volver a tu esposa con más armonía y comprensión. Muchas personas que se han divorciado tres o cuatro veces siguen todavía cometiendo los mismos errores. Si te tomas el tiempo de abrir la puerta de la comunicación, la puerta de tu corazón, y compartir los sufrimientos y los sueños con tu pareja, no sólo lo estás haciendo por los dos, sino también por tus hijos y por todos nosotros.
En Plum Village practicamos cada semana una ceremonia denominada Empezar de Nuevo. En el Instituto para la Felicidad de Una Persona también la practicaremos. Durante la ceremonia, todas las personas de la comunidad se sientan formando un círculo, en el centro hay un jarrón con flores frescas. Mientras esperamos que alguien empiece a hablar, seguimos nuestra respiración. La ceremonia consta de tres partes: la de regar las flores, la de expresar nuestro arrepentimiento y, finalmente, la de expresar las heridas y las dificultades. Esta práctica evita que nuestras heridas se vayan acumulando a lo largo de las semanas y contribuye a sanear la situación en la familia o en la comunidad.
Empezamos regando las flores. Cuando alguien se siente preparado para empezar a hablar, une sus palmas, los demás también hacen lo mismo para dar a entender que tiene derecho a la palabra. Después se levanta, se dirige lentamente hacia las flores, coge el jarrón en sus manos y vuelve a su asiento. Al hablar, sus palabras reflejan el frescor y la belleza de las flores que sostiene con sus manos. Durante la práctica de regar las flores, cada persona que habla reconoce las sanas y maravillosas cualidades de los demás. No se trata de adular, siempre decimos la verdad. Cada persona tiene sus puntos positivos que pueden percibirse si se presta atención. Nadie puede interrumpir a la persona que sostiene las flores. Puede hablar todo el tiempo necesario, mientras los demás hacen la práctica de escuchar profundamente. Cuando ha terminado de hablar, se levanta y coloca de nuevo el jarrón en el centro de la habitación.
En la segunda parte de la ceremonia expresamos nuestro arrepentimiento por cualquier cosa que hayamos hecho y que pueda haber herido a alguien. Una sola frase desconsiderada ya es suficiente para herir a una persona. La ceremonia de Empezar de Nuevo nos ofrece la oportunidad de arrepentimos por alguna acción cometida a principios de semana y repararla. En la tercera parte de la ceremonia expresamos de qué diferentes maneras nos han herido los demás. Es crucial manifestarlo afectuosamente. Nuestro propósito no es el de herir a la comunidad, sino el de curarla. Hablamos con franqueza, pero sin pretender ser destructivos. La meditación de escuchar es una parte importante de la práctica. Cuando nos sentamos en un círculo de amigos en el cual todos hacen la práctica de escuchar profundamente, nuestras palabras se vuelven más bellas y constructivas. Nunca culpamos a los demás ni discutimos.
Es crucial escuchar compasivamente. Escuchamos con el deseo de aliviar el sufrimiento de la otra persona, no para juzgarla o discutir con ella. Lo hacemos con toda nuestra atención. Incluso en el caso de oír algo que no es verdad, continuamos escuchando profundamente para que la otra persona pueda expresar su dolor y liberar su tensión interna. Si le contestásemos o la corrigiésemos, la práctica no produciría ningún fruto. Por lo tanto, simplemente escuchamos. Si necesitamos decir a la otra persona que la impresión que ha recibido no era correcta, lo hacemos unos días más tarde, en privado y con serenidad. Después, en la próxima sesión de Empezar de Nuevo, puede rectificar el error sufrido sin necesidad de añadir nada más.
Cerramos la ceremonia con una canción o dándonos la mano con las personas del círculo y respirando durante un minuto. Algunas veces la finalizamos con la meditación del abrazo. Después siempre nos sentimos más alegres y serenos, aunque sólo hayamos dado un primer paso hacia la curación. Ahora tenemos la certeza de que al haber empezado, podremos continuar. La práctica de Empezar de Nuevo se remonta a la época de Buda. Sus comunidades de monjes y monjas la practicaban en la víspera de los días de luna llena o luna nueva.
La meditación del abrazo es una práctica inventada por mí. La primera vez que aprendí a abrazar fue en Atlanta, en 1966, cuando una poeta me paró en el aeropuerto y me preguntó: «¿Es correcto abrazar a un monje budista?». En mi país no solemos expresarnos de esta forma en público, pero pensé: «Soy un maestro zen. Hacerlo no debería significar para mí ningún problema». Así que contesté: «¿Por qué no?», y ella me abrazó. Pero me sentí algo tenso. Ya en el avión decidí que si quería trabajar con mis amigos occidentales, tendría que aprender la cultura de Occidente, así que inventé la meditación del abrazo.
La meditación del abrazo es una combinación de Oriente y Occidente. Según la práctica, debes abrazar realmente a la persona que estás abrazando. Sentirla de verdad entre tus brazos, no hacerlo sólo para cubrir las apariencias dándole unas palmaditas en la espalda para dar la impresión de que estás allí, sino respirando con- cientemente y abrazándola con todo tu cuerpo, espíritu y corazón. «Cuando inspiro, sé que la persona a la que quiero está con vida entre mis brazos. Cuando espiro, sé que para mí es muy valiosa.» Mientras la abrazas e inspiras y espiras tres veces, la persona que estás abrazando se vuelve real, y tú también te vuelves muy real. Cuando quieres a alguien, deseas que sea feliz. Si no es feliz, tú tampoco puedes serlo. La felicidad no es un asunto individual. El auténtico amor requiere una profunda comprensión. En realidad, la palabra amor equivale a comprensión. Sin comprensión es imposible amar correctamente. Si no tienes comprensión tu amor sólo hará sufrir a la otra persona.
En el sudeste de Asia hay mucha gente a la que le gusta mucho un espinoso fruto de gran tamaño llamado durian. Incluso podría decirse que no pueden vivir sin él. Su aroma es sumamente penetrante, y algunas personas después de comerlo ponen su piel bajo la cama para continuar aspirando su aroma. Sin embargo, a mí su aroma me parece horrible.
Cierto día, cuando cantaba solo un sutra en mi templo de Vietnam, había un durian en el altar, ofrecido sin duda a Buda. Yo intentaba recitar el Sutra del Loto utilizando un tambor de madera y una gran campana en forma de cuenco como acompañamiento, pero no conseguía concentrarme. Al final, acabé colocando la campana sobre el altar y encerrando el durian en su interior, sólo de ese modo pude cantar el sutra a gusto. Al finalizar, me incliné ante Buda y liberé el durian. Si tú me dijeras: «Te quiero tanto que me gustaría que comieses un pedazo de este durian», me harías sufrir. Me quieres, deseas hacerme feliz, pero me obligas a comer un durian. Esto puede servir como ejemplo del resultado de amar sin una auténtica comprensión. Tu intención ha sido buena, pero tu comprensión es incorrecta.
Para amar de verdad, debes tener comprensión. Comprensión significa percibir la profundidad de la oscuridad, del dolor y del sufrimiento de la otra persona. Si no lo percibes, cuanto más hagas por ella, más sufrirá. Crear felicidad es todo un arte. Si durante tu infancia has visto cómo tu padre o tu madre creaban felicidad en tu familia, has podido aprender cómo hacerlo. Pero si tus padres no han sabido cómo crear felicidad en la familia, es posible que lo ignores. Por eso, en nuestro Instituto hemos de enseñar el arte de hacer feliz a la gente. Vivir con otra persona es todo un arte. Aunque tengas buena voluntad, puedes hacer muy infeliz a tu pareja. El arte es la esencia de la vida, por lo tanto debemos utilizar con habilidad nuestras palabras y acciones. Y la esencia de este arte es ser consciente.
Cuando te enamoras y te sientes unido afectivamente a la otra persona, no es aún el amor verdadero. El amor verdadero significa ser bondadoso y compasivo, la clase de amor que no pone condiciones. Formas una comunidad con dos personas para practicar el amor, cuidando el uno del otro, ayudando a florecer a tu pareja y haciendo que en esa pequeña comunidad la felicidad se vuelva real. Mediante vuestro mutuo amor, aprendiendo el arte de hacer feliz a la otra persona, aprendes a expresar tu amor hacia toda la comunidad de seres. Por favor, ayúdanos a desarrollar el curriculum del Instituto para la Felicidad de Una Persona. No esperes a que abramos la escuela. Ya puedes empezar en este mismo instante.
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