La falta de respuestas y el movimiento mediático dieron relevancia a una teoría que aseguraba que la desaparición repentina de abejas se debía a la influencia de las antenas de telefonía. Pero unos investigadores en Guadalajara finalmente han dado con la verdadera razón, desestimando la culpabilidad de los móviles.
El Centro Regional Apícola de Marchamalo se ha convertido en el laboratorio de referencia para todo el mundo, y le han llegado muestras de todas parte de España, Francia, Alemania, Eslovenia, Polonia, Austria, Argentina y Estados Unidos. Según la investigación, la desaparición es a causa de un parásito asiático, el Nosema ceranae, que no sólo es responsable de la despoblación, sino que también influye en el descenso de la producción de las colmenas.
Los científicos de Marchamalo han explicado que la desaparición se debe a que las abejas infectadas, al sentirse débiles, se alejan de la colmena siguiendo un mecanismo de defensa. De esta manera, mueren lejos de sus hogares y son comidas por reptiles y otros insectos, sin dejar rastro alguno.
Este parásito ya era conocido en España pero no se había confirmado por completo que fuera el responsable del síndrome del despoblamiento. Ana Quero, profesora de Zoología en la Universidad de Oviedo, pronostica pérdidas de 11.500 millones de euros si no se llega a resolver el problema.
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